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domingo, 12 de febrero de 2012

Prisioneros en el Piedras (huelvainformacion.com))


Prisioneros en el Piedras


La flota pesquera de los puertos de El Terrón y El Rompido y los barcos recreativos han disminuido drásticamente por los problemas para entrar y salir por la ría
JORDI LANDERO / COSTA | ACTUALIZADO 12.02.2012 - 05:01
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Que la desembocadura del río Piedras es uno accidentes geográficos más dinámicos del litoral español es una obviedad conocida por todos. No en vano, la manga arenosa (o flecha) de 12 kilómetros que los flujos y reflujos de las mareas, las corrientes, los vientos atlánticos y las aportaciones sedimentarias del Piedras esculpen diariamente desde hace ya dos siglos, justo donde este río vierte sus aguas al océano, crece anualmente unos 30 metros al año, convirtiéndola en una joya geológica, única por sus características. Un hecho que acarrea, por otra parte, no pocos problemas a la hora de ordenar un territorio que el hombre viene aprovechando desde hace siglos y que, en el caso de la ría del Piedras, justo antes de desembocar en el océano, sus propias condiciones naturales hacen de la ría uno de los mejores abrigos naturales del litoral onubense para el atraque y fondeo de embarcaciones tanto de pesca como de recreo. 

Actualmente existen en sus aguas unos 2.000 barcos (1.550 fondeados y 450 atracados en pantalanes flotantes), que se reparten entre el puerto pesquero de El Rompido y cinco instalaciones portuarias deportivas: el club náutico Río Piedras y las asociaciones deportivas náuticas San Miguel y Nuevo Portil, Marina El Rompido y puerto de El Terrón. 

Un asunto sobre el que las distintas administraciones con competencia en la materia (sobre todo la Junta de Andalucía) vienen trabajando desde hace años al objeto de convertir este enclave en un destino turístico de primer orden para el turismo náutico. En 2009 la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (Appa), dependiente de la Consejería de Obras Públicas y Vivienda, aprobó el Plan de Usos de los Espacios Portuarios de la Ría del Piedras, que prevé el acondicionamiento y modernización de todas sus instalaciones portuarias para aumentar la carga de la ría de 2.000 a 2.565 embarcaciones y transformar el actual sistema de fondeos en atraques (el Plan de Usos contempla 2.230 atraques y 335 fondeos). 

Dentro de este marco, la Appa (entonces Eppa) adquirió compromisos con los usuarios náuticos del Piedras y como fruto del trabajo consensuado con todas las asociaciones y clubes que los representan. Determinados compromisos políticos pasaban, sobre todo, por el imprescindible dragado de la desembocadura del río para asegurar la accesibilidad a las embarcaciones, que se hacía difícil por el dinamismo del litoral y los bancos de arena que se acumulan en el extremo más oriental de la flecha por donde salen y entran los barcos a la ría, así como para garantizar la seguridad de los navegantes. 

Promesas que, según denuncian ahora los usuarios del Piedras (tanto recreativos como profesionales de la pesca), no es que hayan quedado en papel mojado sino que han llegado al extremo, según el capitán de puerto de Marina de El Rompido, Wolfgang Michalsky, de que la Junta de Andalucía "haya abandonado el río Piedras a todos los niveles". Esto ha dado lugar a la plataforma de usuarios del Piedras que agrupa a las cinco asociaciones, clubes y puertos que operan en el río, además de otros colectivos como la Asociación de Armadores y Marineros del Puerto de El Rompido y navegantes a título individual. Su principal objetivo es reivindicar un mejor trato por parte de la Appa, con la que, según Michalsky, también portavoz de la plataforma, "estamos muy enfadados porque además de no atender nuestras peticiones, nos chulea continuamente". 

Manifiestan sentirse "prisioneros" en el Piedras por la difícil navegabilidad que está provocando el cierre de su desembocadura como, cada vez más preocupante, como consecuencia de la acumulación de sedimentos, que impide el libre tránsito de las embarcaciones, cuyos patrones tienen que tener en cuenta factores como las mareas o el estado de la mar para entrar o salir del río, teniendo en ocasiones que esperar hasta 14 horas. En el caso de embarcaciones con más de 1,5 metros de calado, alertan de que "el tránsito es ya prácticamente imposible". 

La situación ha degenerado hasta tal punto que el número de accidentes se disparó el año pasado en una zona considerada por Salvamento Marítimo como la más peligrosa del golfo de Cádiz para navegar. José Mª Burgos, presidente de la Asociación de Armadores y Marineros del Puerto de El Rompido, subraya que "los más afectados somos los pescadores, que nos jugamos el pellejo cada vez que tenemos que salir a faenar desde los puertos de El Rompido o El Terrón con mar de fondo. No podemos entrar ni salir del río con nuestros barcos cuando las mareas altas son cortas". La principal consecuencia, apunta Burgos, es que la numerosa flota pesquera que desde hace unos 15 años busca abrigo en el Piedras se ha reducido drásticamente a cifras ridículas, es decir, a tres barcos en El Rompido y aproximadamente una decena en El Terrón. 

Para los puertos deportivos la situación ha llegado a tal extremo que, por ejemplo, según Michalsky, en el caso de Marina de El Rompido el número de embarcaciones amarradas ha caído en los últimos cuatro años casi un 50%, frente a la situación de estabilidad que atraviesan otros puertos del entorno, especialmente los del litoral portugués como Villa Real de Santo Antonio, Albufeira, Lagos, Portimao o Vila Moura, donde el 95% de las embarcaciones son de tránsito, mientras que aquí no llega al 5%. Según Michalsky, "los turistas náuticos no se arriesgan a entrar en el Piedras". 

La plataforma asegura que esto es una "auténtica ruina" para el turismo onubense, pero sobre todo para los puertos deportivos y para el turismo náutico, con los que "se les llena la boca a muchos políticos de la Administración andaluza a la hora de hablar, pero que en el fondo no hacen nada por aportar soluciones". Según los datos que maneja el sector, a pesar de la crisis, este tipo de turista es actualmente uno de los que más gasta en los puertos donde atraca, se deja donde llega hasta 7 veces más dinero que el turista hotelero. 

La plataforma de usuarios del Piedras nace sobre todo para reclamar la finalización del dragado que se llevó a cabo en la desembocadura del Piedras entre los años 2009 y 2010 y que, según ellos, "fue incompleta y no sirvió para nada" suponiendo, según Michalsky, un "despilfarro" de cerca de 2 millones de euros por parte de la Appa, su mantenimiento una vez acabado y, finalmente, un correcto balizamiento provisional mientras se finaliza el dragado definitivo posteriormente, ya que la actual señalización está provocando una situación "caótica" entre quienes no conocen la zona, como sucedió en noviembre de 2011 con el velero Farewell, que encalló en los bancos de arena de la desembocadura del Piedras por una confusión con las boyas de balizamiento o con la última embarcación accidentada el pasado mes de febrero en similares circunstancias. 

Lo más sangrante para los usuarios del Piedras fue la "chapuza" que hizo la Appa entre los años 2009 y 2010 con el dragado. Para Michalsky, su ejecución fue adjudicada en enero de 2007 a una empresa "sin experiencia ni medios propios". No se pudo empezar a trabajar hasta enero de 2009 (2 años después) "con dragas subcontratadas no aptas para este tipo de obras". Esto propició "continuos fracasos técnicos y cambios de dragas sin conseguir el resultado previsto". Hizo que su ejecución "se alargase desde los dos meses previstos al principio hasta los dos años" y "el abandono del proyecto sin el objetivo conseguido en diciembre de 2010 después de haber perdido unos 2 millones de euros cofinanciados al 65% con fondos FEDER". Lo peor "es que el dragado se efectuó intentando abrir una canal de acceso al río por otra zona distinta a su salida natural, por lo que ahora nos encontramos no con uno sino con dos accesos, pero prácticamente inservibles y abandonados", explicó. 

Actualmente no se está realizando ningún tipo de mantenimiento del dragado. Algo "imprescindible" si tenemos en cuenta que, según la plataforma, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estima en unos 350.000 los metros cúbicos de arena que anualmente se depositan en la punta de la flecha, lo que supone unos 1.000 metros cúbicos de arena diarios (100 camiones al día). 

Otra de las quejas de la plataforma pasa por el "incorrecto balizamiento" de la zona, y por la negativa de la Appa a su adecuada señalización. Según denuncian, la Appa realizó antes del dragado un balizamiento provisional por el antiguo canal de acceso "que, una vez finalizados los trabajos, aún no ha modificado y adaptado a la realidad del nuevo canal". Una situación que "demuestra que ni ellos mismos se fían de la canal que abrieron y cuyo resultado es el mal balizamiento general de los dos canales actuales, que no sirven para nada". Dicho balizamiento también implicaría trabajos de mantenimiento y comprobación periódica sobre el terreno para ir adaptándolo a la realidad de "una canal que se desplaza diariamente por el crecimiento de la flecha y los aportes de sedimentos en la zona", añade. 

Los usuarios del Piedras están convencidos de que "el río se cierra" mientras no se adoptan las medidas necesarias para evitarlo. Lo que en su día se vendió como el epicentro del turismo náutico del litoral onubense languidece tapado por la arena en el marco de un proceso que, según algunos expertos, acabará la propia naturaleza dentro de aproximadamente 50 años, convirtiendo el estuario del Piedras en un gran lago de marismas sin movimiento y sin renovación de agua. 

Pero la plataforma de usuarios también lo tiene claro y sus soluciones pasan, en primer lugar, por el correcto dragado de la desembocadura, acompañado de trabajos de mantenimiento periódicos, lo que "se podría costear con los cánones que anualmente tenemos que pagar a la Appa (entre 400.000 y 500.000 euros anuales)"; en segundo lugar por la construcción de un espigón; y en último lugar y como caso extremo, por la construcción de las dos presas que retienen las aguas del Piedras en su cauce alto y que restan fuerza al río en su camino hacia una salida natural a mar abierto.